Con toda la historia del nuevo anime de Pokémon se me han removido las nostalgias y me han entrado ganas de volver a jugar alguna de las primeras ediciones de Pokémon. Y, como está de moda últimamente y parece resultar entretenido, voy a conseguirlo en un desafío Nuzlocke. Para aquellos que no lo sepan, se trata de una forma concreta de completar los juegos de Pokémon respetando unas reglas autoimpuestas, y la más importante de todas ellas es que un Pokémon debilitado se considera muerto y debe ser liberado.
En un primer momento pensé en utilizar la Edición Azul, pero la inteligencia artificial es tan mediocre que lo he descartado. Así que me enfrentaré cara a cara a la Edición Amarilla que, según he leído por ahí, es uno de los Nuzlocke más difíciles. Yo no creo que sea para tanto.
Las reglas que juro respetar sobre la biblia de nuestro señor Arceus, pase lo que pase, son las siguientes:
Establecidas las normas, vamos allá.
Reglas:
1. Comienza la aventura
Hamst, mi recién adquirido Pikachu, ha resultado ser una basura tan apestosa como aparentaba. El desafío estuvo a punto de acabar antes de empezar, ya que los Placajes del Eevee del Rival (Blue) casi se lo cargan debido a su paupérrima Defensa física. Además se cargó a un Pidgey en la Ruta 2 con su Impactrueno. Le estoy cogiendo bastante asco.
Hamst, mi recién adquirido Pikachu, ha resultado ser una basura tan apestosa como aparentaba. El desafío estuvo a punto de acabar antes de empezar, ya que los Placajes del Eevee del Rival (Blue) casi se lo cargan debido a su paupérrima Defensa física. Además se cargó a un Pidgey en la Ruta 2 con su Impactrueno. Le estoy cogiendo bastante asco.
Capturé a Charo, mi Nidoran ♀, en la Ruta 22, pero con un nivel tan bajo que no tenía muy claro como entrenarlo. Así que no me quedó más remedio que utilizar a algunos Metapod del Bosque Verde como saco de boxeo para ella. Allí me encontré con Feels, un Caterpie con el que tuve que utilizar la misma estrategia para que dejara de ser un gusano debilucho y se convirtiera en un capullo debilucho. Un par de Pidgey salvajes casi se lo comen de aperitivo con sus golpes críticos, pero no ha habido que lamentar daños graves.
Pronto llegará el momento de dar un repaso a Blue en la Ruta 22. Que se prepare.
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