No me gustan los logros

Si hay algo que se ha puesto de moda con la última generación de consolas, hasta el punto de convertirse en algo imprescindible en los nuevos dispositivos, son los sistemas de logros. La fiebre del trofeo ha llegado a tal punto que son los propios usuarios los que los reclaman a voces cuando la consola no los incluye: tal fue el caso de la 3DS. Más del cincuenta por ciento de los usuarios querían que la portátil incluyera un sistema de comparativa de logros, con los que poder fardar ante los colegas.

Muchos ya conocerán cuál es la política de Nintendo frente a la implementación de logros: los juegos están diseñados para ser explorados por uno mismo, por mera diversión o interés. A pesar de todo, van claudicando lentamente, cediendo ante el poder arrollador de la masa gamers. Y me atrevería a decir que casuals.

A mi no me gustan ni un pelo. La verdad es que no podría estar más de acuerdo con la soñadora visión nintendera de los juegos y sus contenidos. Quizás soy un tipo utópico. ¿Hubiera conseguido un sistema de logros que disfrutara más de Golden Sun o Mario Kart: Double Dash? ¿Acaso "ser capturado 10 veces seguidas en la Fortaleza Gerudo" hubiera hecho más interesante mi experiencia de juego en Ocarina of Time?

Bajo mi punto de vista, los logros son la versión explícita de las recompensas que da el propio título por ser jugado, pero indexados y ordenados hasta la saciedad, lo que precisamente consigue quitarle la gracia a esos premios. Eso unos, los racionales: "completa el juego sin que muera Luigi". Algunos son hasta entretenidos. Luego están los ridículos: "permite que se te zampe un tiburón blanco". Por supuesto. Lo único quiero cuando juego es dejarme merendar por un escualo para conseguir un trofeito. Estos últimos desafían el instinto más básico de un gamer: no dejarse matar. 

Pero aún si logramos obviar estos últimos de la lista de decenas, a veces cientos, de logros que suelen traer la mayoría de juegos de la actualidad, la cosa no mejora excesivamente. Para el jugador completista es una tortura ver los logros sin terminar. Y más tortura puede ser lanzarse a completarlos. "Completa el juego gastando una única bala". "Culmina este otro en menos de 5 horas". El carácter primeramente opcional que el sistema de trofeos tiene pasa a ser casi obligatorio para los gamers más exigentes por el mero hecho de ser una opción disponible. Esto se puede dar hasta el punto en que muchos de ellos están más preocupados por tal o cual trofeo incluso antes de llegar a esa parte del juego. 

Eso por no mencionar los logros de los MMORPG. Conseguirlos todos, si acaso puedes, es una odisea digna de encargar a un coreano nivel Dios. Y de poco sirve, porque la próxima expansión desenterrará tropecientos logros más que completar, robándote tanto tiempo que acabarás viéndote en la tesitura de decidir en cual de las dos vidas habitar: en la virtual o en la de carne y hueso. 

Muchos aluden al carácter de rejugabilidad y dificultad añadida que otorgan los logros. Pero yo soy de la opinión de que los juegos buenos merecen ser jugados de nuevo por sus propios méritos, no porque un logro lo "exija". Por poner un ejemplo: habré completado el Half Life 14 veces, sin exagerar. Lo adoro. Me lo pasé en Fácil, Medio, Difícil, con autoapuntar, sin ello, sin punto de mira, siendo malo y cargándome a todos los científicos, siendo bueno y salvando a todo el que podía, en speed-run, sin morir, con trucos y hasta roleado. Y no hicieron falta logros para que me lo pasase como un enano cada una de las veces.

Llamadme arcaico, o anacrónico, como dice el subtítulo del blog, pero yo no quiero logros. 

Aunque sea lo suficientemente idiota como para querer completarlos todos cuando los hay.